lunes, 17 de agosto de 2009

Más lecturas de verano

Navegando por ahí he encontrado algunas divertidas historias relacionadas con el mus que me llamaron mucho la atención, por sorprendentes y originales; y como sigue sin haber mucho que hacer en temas musísticos en esta época estival, las copio y pego desde sus respectivos orígenes, citando el blog de su procedencia, para entretenernos un poco:
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VER O NO VER (DE CHÉSPIR)
Ambiwo es jugando al mus, como su propio nombre indica, ambiguo. Para los contrarios y para el compañero, porque pronuncia frases que tienen más de un significado posible (‘al tran tran sin pasarte a nada’, ‘tres pitos pero puedo mejorar’). Y así todo el rato con expresiones ambivalentes que hacen que un extremo y otro se confundan, se mezclen, generando una incertidumbre que a la primera de cambio incita al contrario a invertir para “averiguar”, riesgo que Ambiwo es un maestro en capitalizar a su favor. De mano siempre dice al compañero: “Tengo juego malo, así que si lo cortas tendré que echar muchas. ¡Tu verás lo que haces!”. La maldita frase tiene mandanga. La mitad de las veces lleva juego y la otra mitad no lleva ni pares. Jugando de pareja con él, tienes la pelota en tu tejado antes de que hayas podido ver las cartas. Se las arregla magistralmente para ser el primero en hablar. Y una vez dicho lo suyo, no vas a hacer el panoli preguntando ¿lo corto o no lo corto? Ya te lo ha dicho: “¡Tu verás lo que haces!, que es lo mismo que decir: ‘si la cagas, a mi no me mires’. No obstante, es un virtuoso del juego en equipo, en su escala de valores no cabe el reprochar al compañero ningún error. Pero para el contrario es curiosamente demoledora esa particular manera de esconder y mostrar. Genera una tentación que cautiva y amedrenta al mismo tiempo. Querer o no querer. El trastorno producido por esa amalgama de atracción y miedo embarra el deseo original, la primera intención, la actuación propia y lógica para esa situación concreta. No es la ambigüedad en sí, sino el modo de expresarla y acompañarla con el lenguaje corporal lo que la hace efectiva ante el contrario, lo que le fuerza a formularse más de una interpretación, lo que le provoca reacciones alternativas. Lo que en definitiva produce miedo, duda y culpa, ingredientes que generalmente inducen al error.
Aquí también cabe el frecuentado consejo que suele darse a los niños cuando presencian una acción arriesgada o temeraria: “Esto jamás debéis intentarlo vosotros solos, hacedlo siempre ante la presencia de un adulto”. Traducción para aprendices y novatos: “Tu no intentes lo de la ambigüedad que, al igual que a mí, te van a pillar el 99% de las veces. Espera a sacarte el Master, o sea después de haber pasado por caja unas 150 veces”.
elduque2una en datemus
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JUEGO DE MENTIROSOS
La paradoja del mentiroso es una de las paradojas, valga el paradojismo, más famosas que se conocen. Se le atribuye a un musolari muy antiguo, Epiménides, para más datos poeta y filósofo cretense que vivió allá por el siglo VI adC. Epi, que iba siempre de farol, no tuvo mejor idea que decir: “Todos los cretenses son mentirosos”. ¡Y no va el tío y se hace famoso por esa frase! Más cercano en el tiempo tenemos a otro filósofo que hiló más fino en la paradoja del mentiroso: Falacio (ilustre jugador de mus, antepasado de Jabato) sentenció: “Todos los jugadores de mus son mentirosos”. Cuando empleamos expresiones o frases que empaquetan una contradicción, es decir que en sí mismas son una negación, como por ejemplo: “Llevo 31 con duples” o “Media de pitos y un punto que te cagas”, estamos formulando una paradoja. Pero nunca falta un compañero “paradojo” que no se entera y se da mus. ¡Pero hombre, si te estoy diciendo que tengo duples y 31! ¿Qué más quieres que te diga para que lo cortes? Si establecemos como verdad unánimemente aceptada que un mentiroso sólo hace afirmaciones que son falsas, y si como jugador de mus afirmo que: “todos los jugadores de mus son mentirosos”, parece que la afirmación se auto contradice. Tal afirmación no puede ser cierta ya que soy jugador de mus y por lo tanto soy mentiroso, luego, si digo que “todos los jugadores de mus son mentirosos” estoy mintiendo. Por el contrario, si suponemos que la afirmación es verdadera, entonces estoy diciendo que “ningun jugador de mus miente”, ya que soy un jugador de mus que siempre miento. Para aclararnos un poco, si Falacio dice la verdad, está mintiendo; si está mintiendo dice la verdad. Con esto podemos concluir lógica y filosóficamente que el mus no es un juego de mentirosos.

¿Y si un “no” jugador de mus dice que ‘todos los jugadores de mus son mentirosos’?

¡Ese que se calle, si nunca ha jugado al mus no sabe lo que dice! elduque2una en datemus
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MI MEDIA NARANJA
Ayer jugué al mus con mi media naranja. ¡Mecaguenlalechuga! No me podía haber ido peor. Todas las partidas igual. En las dos primeras manos, solomillo o duples y los contris nada, con lo cual me ganaba las mías y gracias. El resto de las manos, a dos velas. Tratando de arañar una piedra viendo a grande con rey caballo, otra a chica con pito cuatro, cortando con juego achacoso para ver si me lo ganaba en paso. Pero al final, cuando hacía falta algo mínimamente digno para remar, ni unos miserables pares me venían. Y lo peor, como pasa siempre en estos casos, fue que las jugadas de provecho, esas que te aumentan las palpitaciones y dices: “aquí está, esta es la mía”, terminaban siendo de provecho pero para ellos, que siempre las tenían mejores. Acabé desquiciado, mi pareja cabreada, reproches de por qué no echaste más, por qué no lo dejaste en paso, tendrías que haber visto... y la leche en bicicleta. ¡Mira que nos llevamos bien y nos complementamos el uno al otro! Pero ayer no hubo caso, éramos como dos desconocidos, acabamos cada uno por su lado y perdiendo como jamás me había pasado. ¡Nunca más vuelvo a jugar al mus con mi media naranja! ¡Si pillo al que me dijo que eso traía suerte, se va a enterar!
duque2una en datemus

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